¿Guerra verbal… o real?
El pasado viernes la asociación Nadie Hace Nada, ubicada en el campus deFuenlabrada de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC), organizó unacharla-debate sobre el proceso de Bolonia que se saldó con una guerra verbalentre Miguel Urbán, coautor del libro Euro-universidad. Mito y realidad delproceso de Bolonia, y Ricardo Pérez-Amat, Vicerrector de Armonización y Convergencia Europea.
El acto comenzó pasadas las cinco y media de la tarde con Miguel Urbán como único ponente, pues el vicerrector no apareció hasta dos horas después del comienzo, justificándose con oportunas excusas. Ante tal imprevisto, el público asistente, alrededor de las 100 personas, y el ponente acordaron que Urbán expusiese lo más honestamente posible el proceso de Bolonia para que los que a penas tuvieran información pudiesen hacerse una idea general de la reforma; tras lo que se incentivaría un debate entre los estudiantes. Urbán pronunció su exposición desde una perspectiva crítica en la que cuestionó numerosos aspectos de la reforma, pero centrándose en el próximo einexorable (o eso al menos nos hacen creer) dominio del mercado también sobre las Universidades, es decir, explicó que Bolonia da vía libre a las empresas para que participen en la oferta de contenidos.
Esta inclusión empresarial supone elaborar programas de estudio en función de las exigencias del mercado, lo que implica una amenaza latente para las carreras de humanidades, al ser poco productivas en las redes capitalistas. Por otra parte, la capitalización universitaria también supone una privatización de la educación puesto que tras el grado (lo que equivaldría a la licenciatura solo que suprimiendo un año) es necesario especializarse con un master, cuyo precio oscila entre los 1.500 y 66.000 euros, un precio que no todo el mundo puede ni está dispuesto a pagar por una educación que debería ser pública. Éstas, correctamente analizadas y contrastadas con datos, fueron las ideas principales que Urbán pretendió trasmitir en su exposición. No obstante, el estudiante de Historia no pudo acabarla ya que, inesperadamente, el vicerrector se presenció en el aula y comenzó su charla con un discurso a veces banal, en el que recurría a anécdotas personales y pasadas, y demagógico, presentando verdades universales e irrefutables cuando desde el otro bando ya se habían cuestionado con una argumentación sólida. Aunque también planteó las ventajas de Bolonia, como la libre movilidad de estudiantes entre los países miembros, sin trabas a la hora de homologar los títulos; pero hasta en este punto, las contradicciones eran obvias. Se trataba, por tanto, de posturas opuestas que colisionaron en repetidas ocasiones. Así pues, tanto Urbán como el público interrumpieron al nuevo ponente, matizando sus afirmaciones y desafiándole a realizar un debate abierto sobre la reforma. Debate al que Pérez-Amat se opuso porque tal y como manifestó: “no he venido a debatir, sino a exponer, y mucho menos a debatir contra un estudiante”, al que considera inferior profesionalmente, desacreditándolo por completo. Así pues, entre descalificaciones y amenazas, los asistentes y ponentes se dispersaron, dejando sin respuestas muchas preguntas que, a día de hoy, los estudiantes nos seguimos formulando acerca de un futuro incierto cuyas bases se están empezando a aprobar sin ni siquiera contar con nuestro consentimiento. Al fin y al cabo, lo único que pedimos es que nos escuchen; no lo hicieron en el Parlamento europeo, tampoco en el Ministerio de Educación, ni siquiera en un aula de la URJC.
¿Será de verdad la violencia el único lenguaje que entienden?